miércoles, 10 de noviembre de 2010

¡Solo los santos cambiaran el mundo!



            “La vocación a la vida cristiana y el llamado a la santidad son, pues, equivalentes, ya que todo fiel está llamado a la santidad. La santidad está en la misma línea que la conformación con Aquel que precisamente es Maestro y Modelo de santidad. Nadie pues que realmente quiera ser cristiano puede considerarse exento del imperativo de aspirar a la santidad. Ninguna excusa, como la dificultad de ese camino o las atracciones del mundo o lo complejo de la vida hodierna, puede aducirse para escamotear el destino de felicidad al que Dios llama al hombre”.
Luis Fernando Figari


Hoy en día es necesario tener la convicción que la vida cristiana tiene como horizonte la santidad.

Por eso es importante entender que nuestra  vida en este mundo es un paso que debe hacerse camino de santidad.

En la vida cristiana debemos  correr con la mirada en la meta de lo que se quiere alcanzar y esa meta debe ser la santidad.


El Señor Jesús nos dice: el que es fiel en lo pequeño también lo será en las cosas grandes.

toda actividad, ocasión por pequeña y aparentemente  insignificante que sea tiene gran importancia en el horizonte de la santidad.

Las pequeñas acciones de cada día son como llamas minúsculas que poco a poco van acrecentando la luminosidad de nuestra vida. La luz y el calor de las buenas obras se contagian y va ganando fuerza la llama de amor en nuestra vida cristiana.

Quizás una llamita es algo muy pequeño, pero si comenzamos humildemente con una y sumamos otra y otra y esa luz se comparte a otras personas, la luz irá ganándole terreno a la oscuridad.

Cristo mismo es el camino para alcanzar la plenitud de la vida, para ser santos, El nos enseña a ser personas plenas.

El Señor ha querido dejarnos su propia Madre, La Virgen María, como modelo ejemplar de vida cristiana.

María es senda segura para llegar a Cristo, ella asumió en su vida la invitación a ser santo.


¿Qué es la  santidad?
o        Meta de esfuerzos cotidianos
o        Horizonte de vida cristiana
o        Deseo que anida en lo profundo del corazón
o        La única aventura posible
o        Querer conocer a Jesús, encontrarse con El, amarlo y dejarse amar por El.
o        Procurar vivir como Jesús vivió
o        Querer ser FELIZ

¿Santo yo?   ¿No es acaso un ideal muy alto?   ¿Solo para algunos  escogidos?

La santidad es un llamado universal.

Con la gracia de Dios la santidad es una meta realmente posible en mi vida y los santos son un estimulo para nuestro propio camino.

Sabemos que hay muchos mas santos de lo que es posible conocer, no son solamente los que han alcanzado los altares.

Tender a la santidad es esencial para quién se esfuerza en seguir más de cerca al señor Jesús.

Vocación y santidad

El llamado que cada uno recibe para ser santos se plasma en una vocación concreta y particular a la que cada hombre es llamado por Dios.

Es importante saber tu vocación para ser santos porque la santidad se hace concreta en el día a día viviendo justamente nuestra vocación específica.

Dios nos ha creado una vocación específica y es tarea de todos es descubrirla, Escuchar los signos que el Señor va poniendo en la vida cotidiana.
En Jeremías 1,5 se señala que la vocación está desde el seno materno,  por eso el discernimiento es la decisión más trascendente que uno puede tomar en su vida. Se tiene que discernir con apertura y confianza en Dios. 

Cada vocación ya sea en el matrimonio o en la vida consagrada, tiene sus exigencias y deberes propios que son parte esencial del camino de la santidad. Estas exigencias son los mejores aliados para que cooperando con la gracia alcance cada uno la santidad, haciendo frente a los obstáculos y enemigos que se presentan en la persona buscando apartarlos de la buena senda.
Cuando a una persona se le hace difícil vivir la santidad por las exigencias de  su vocación  es bueno recordar las palabras del Señor: “Venid a mi los que están cansados y sobrecargados y yo les daré descanso…….”


El deseo por ser santos

El mundo es incapaz de saciar nuestra hambre y sed eterna, solo la conformación con Cristo es la respuesta definitiva a nuestra gran hambre y sed interior. “Yo soy el Camino la Verdad y la Vida” Jn 6, 35

Mientras más avanza, el hombre experimenta más hambre de seguir profundizando en ese camino que reconoce como sendero que lleva al infinito.

La diferencia del hambre y sed corporal con el hambre y sed de Dios es que el hambre de Dios no causa fatiga, es un aliciente para seguir adelante, siempre se quiere más.
                                         

Obstáculos en el camino

a.     Anhelo por ser santo no se concreta en la vida personal, en el combate espiritual y en el cumplimiento de la misión de cada uno. Termina siendo un anhelo romántico, idealista. “La fe sin obras es fe muerta Stgo 2, 26.
b.     Mis responsabilidades, rutina, problemas, activismo pueden empañar mi horizonte de santidad, cayendo en un hacer por hacer desligándolo de mi anhelo de ser plenamente feliz.
c.     Ante el efecto de mi pecado están los fantasmas del desanimo y me desalienta y me hace creer que ser santa es imposible. Es una mirada subjetiva de uno mismo que resta fuerzas para el combate espiritual.


Cuando mantenemos encendido el ardor por la santidad estamos caminando en la presencia del Señor. ¡Y que camino más pleno y hermoso se podría desear!



Signos del deseo de santidad

o        Pararse rápido ante las dificultades.
o        Rapidez con que se pone remedio a los percances
o        Que el deseo por ser santo esté encendido y ardiente

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